lunes, 13 de abril de 2020

(RE)ENCUENTROS ENTRECRUCES DE LA LITERATURA Y EL PENSAMIENTO


Tendemos fácilmente al olvido. Olvidamos la historia que nos antecede, la que aunque parece no afectarnos, está de lleno en las entrañas de la vida, no sólo la personal, sino, y sobre todo, en lo colectivo, en aquello que aun sin ser, somos. De la misma forma olvidamos leer a nuestros clásicos. Y no hablo de clásicos en el sentido de un canon que llevaría a pensar en que hay ciertas obras que deben ser consideradas más importantes que otras, que ya suficiente hemos tenido de esa actitud que considera lo diferente como un error. No, al usar la palabra clásicos, me refiero, como señala George Steiner, a esas obras que nos llevan a encontrarnos una y otra vez con ellas. Y es en ese sentido que da gusto leer a jóvenes autores como Víctor Hugo Espino, quien en trabajos como La transformación por el recuerdo en Sartre, Pablo y San Agustín congrega temas que nos siguen siendo fundamentales pero que, por estar sumidos en la inmediatez de los medios contemporáneos pasamos cada vez más por alto.
Ante el olvido, convocar el recuerdo, pero no solamente como un proceso de captura de información que ya no tiene siquiera un carácter de archivo (sobre todo si se toma en cuenta las aportaciones de Foucault, Deleuze o Didi-Huberman a dicho concepto), sino como proceso de reflexión y voluntad:
Si la profundidad del alma no se mueve a reflexionar en torno a los recuerdos la vida del hombre podría considerarse mancillada y muerta. Los recuerdos con una chispa de jovialidad reavivan el alma que procura el cambio. Cuando se les enfrenta valientemente hacen posible el desarrollo del ser. Todo se transforma y ellos son bendiciones.1
Así, pues, el autor hace una exploración de la noción de recuerdo a partir ya no sólo de la experiencia individualizada y egocentrada del mundo contemporáneo, sino como un encuentro con potencias que si bien surgen desde la introspección, tienen que ver con lo místico y lo divino (el contacto con Dios), con lo social (como en la referencia que hace Espino La nausea a Sartre), y hasta con la otredad terrible, como afirma el autor que ocurre en Edgar Allan Poe:
Los tres sentidos del recuerdo doblegan al alma resentida y extraviada. El extravío del alma se consuma en términos de carácter cara a la existencia y el del resentimiento está a expensas de los actos cara al destino. Un ejemplo curiosamente lo encontramos en el cuento de Poe “El corazón delator”: ¿Qué impulsa al protagonista a cometer homicidio, sino el resentimiento contra todo lo que se ve y al ojo que lo ve? Por el contrario, el extravío del alma lo retrata bien Conan Doyle en el cuento titulado “La banda moteada”: ¿Por qué un padrastro amoroso se convierte en un hombre mezquino y ávaro que sin sentimientos mata a su hijastra, pintando así un cuadro completo de feminicidio por insensibilidad?2
Así, el recuerdo no es un mero ejercicio de evocación sino de congregación. ¿Congregación de qué?: de voluntades, de reflexiones, pero también de atropellos y horrores. Es decir, de cuestiones fundamentales para la vida humana que hoy en día tan poco nos gusta comprender, ni mucho menos ver reflejadas en distintas obras, pues en ese reflejo, terrible y vital, nos reconocemos en carne viva.
Ciudad de México, abril de 2020
1Espino, Víctor Hugo, La transformación por el recuerdo en Sartre, Pablo y San Agustín, en https://lapiedradesisifo.com/2019/12/22/la-transformacion-por-el-recuerdo-en-sartre-pablo-y-san-agustin/ Última visita, abril 10 de 2020.
2Ibidem